No es inventar nada nuevo decir que todo lo que aprendemos en un contexto agradable, y en concreto, humorístico, lo aprendemos mejor o, al menos, de forma menos penosa. Como afirmaban los clásicos: delectando pariterque docendo. Pero lo que sí es relativamente nuevo es vincular el humor con el aprendizaje de una lengua extranjera. Enseñar una LE es potenciar la creatividad del estudiante sobre aspectos lingüísticos y comunicativos, y eso sólo se puede lograr creando un contexto motivador y óptimo para el aprendizaje.
El humor potencia las relaciones afectivas entre los estudiantes, desarrolla la memoria visual y auditiva, facilita la adquisición del vocabulario y favorece en general la práctica oral de la lengua. Pero el humor también nos ofrece información muy útil sobre las costumbres y características culturales de un país. Los ingleses no se ríen de sí mismos de la misma forma en que lo hacemos nosotros, ni nosotros nos reímos de nosotros mismos como lo hacen ellos. Lo risible es en parte idiosincrásico, por lo tanto, el humor es una fuente muy importante de conocimientos y experiencias para desarrollar la competencia intercultural.
Xose A. Padilla García
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